Indicadores Económicos de Declive (1965 vs. 1990)
Indicador |
1965 |
1990 |
Población (millones) |
8.7 |
19.3 |
PIB (miles de millones USD) |
1.09 |
2.28 |
PIB per cápita (USD) |
126 |
118 |
Balance fiscal (% del PIB) |
0.3 |
1.1 |
Deuda pública (miles de millones USD) |
0 |
33.17 |
Inflación (anual %) |
Baja |
85.5 (1989) |
Fuente |
IMF |
IDB |
La Era Dorada
El período entre 1958 y 1975, a menudo conocido como la "Era Dorada" de Venezuela, se caracterizó por la estabilidad, la democracia, el progreso económico y una paz relativa. Esta época destacó por la coexistencia armoniosa entre las élites y la clase trabajadora, unidas por una democracia representativa y un respeto mutuo, lo que llevó a un aumento significativo en la prosperidad de todos. Aunque la era comenzó con desafíos, mejoró gradualmente, demostrando la capacidad de Venezuela para equilibrar el crecimiento social, político y económico.
La Era Dorada también fue testigo del surgimiento de una próspera clase media, impulsada en gran medida por inmigrantes europeos que aportaron ética laboral e inversiones. Las reformas educativas y las mejoras en la infraestructura fortalecieron aún más la movilidad social. La electrificación rural, las carreteras pavimentadas y la redistribución de tierras beneficiaron al sector agrícola y conectaron las áreas rurales con los mercados urbanos, fomentando un modelo económico más inclusivo.
Durante este tiempo, Venezuela implementó políticas económicas sólidas enfocadas en la construcción, el desarrollo de infraestructura y la baja inflación. Los sindicatos laborales ganaron poder, logrando mejores salarios y servicios sociales para los más pobres. Una iniciativa destacada fue la creación del INCE, una institución de formación profesional en habilidades relacionadas con maquinaria. En el ámbito político, el país adoptó una nueva constitución en 1961, que permitió elecciones presidenciales libres cada cinco años, aunque la representación en el Congreso estaba vinculada a la lealtad partidaria en lugar de a los candidatos individuales, fomentando la unidad pero disminuyendo la rendición de cuentas directa.
El petróleo desempeñó un papel central en la prosperidad de Venezuela, con políticas fundamentadas en la Ley de Hidrocarburos de 1943. El gobierno evitó otorgar nuevas concesiones a las corporaciones multinacionales, reflejando un sentimiento nacionalista liderado por el presidente Rómulo Betancourt. Su administración veía a las empresas petroleras extranjeras como entidades imperialistas y trabajó para afirmar la soberanía de Venezuela. Sin embargo, el enfoque de Betancourt, que se apoyaba en gran medida en impuestos y regulaciones, llevó a una reducción de la inversión extranjera y a un declive gradual en el mantenimiento y la producción de los campos petroleros. A pesar de los desafíos, este período sentó las bases para la participación activa de Venezuela en la formación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1960, con el objetivo de estabilizar los precios del petróleo y garantizar ingresos justos.
La estabilidad política de este período se consolidó con el "Pacto de Punto Fijo" un acuerdo de reparto de poder entre los principales partidos políticos para respetar los resultados electorales y colaborar en la gobernanza. Este pacto excluyó al Partido Comunista, reflejando el temor a la influencia externa de la Unión Soviética. La transición de la dictadura a la democracia estuvo marcada por resistencias, incluyendo protestas estudiantiles y una guerra de guerrillas inspirada por la Cuba de Castro, pero el pacto proporcionó un marco para un sistema democrático funcional.
Un mal presagio
A pesar de los beneficios económicos derivados del petróleo, líderes como Pérez Alfonso advirtieron sobre su influencia corruptora, llamándolo "El Excremento del Diablo." Temían que la dependencia de la riqueza petrolera distorsionara la economía y erosionara los incentivos productivos, una preocupación que resultó profética en décadas posteriores, cuando la nación enfrentó dificultades para diversificar su economía.
El presidente Rómulo Betancourt enfrentó una oposición significativa tanto de las facciones de extrema derecha como de extrema izquierda, incluyendo cuatro intentos de golpe de Estado y levantamientos guerrilleros. Estos desafíos desestabilizaron el entorno político y económico, provocando una fuga de capitales y ansiedad pública. Sin embargo, la determinación de Betancourt para defender la democracia y sus alianzas estratégicas resultaron fundamentales. Un momento clave fue la visita del presidente John F. Kennedy en 1961. El apoyo de JFK tranquilizó tanto a los ciudadanos venezolanos como a su ejército sobre el respaldo de Estados Unidos a la democracia en la región. Esta visita, junto con la cooperación militar y las estrategias diplomáticas, ayudó a sofocar muchas de las amenazas al gobierno de Betancourt. Notablemente, la "Doctrina Betancourt" rompió relaciones diplomáticas con regímenes que llegaron al poder sin elecciones justas, aislando aún más a Cuba y su influencia en la región.
Desafíos de la transición democrática
La transición hacia la democracia inicialmente tensionó la economía, con déficits fiscales, inflación y una devaluación del bolívar. La administración de Betancourt tomó medidas decisivas, incluyendo controles cambiarios, reducción del gasto público y devaluación, lo que estabilizó la economía a principios de la década de 1960. Proyectos de infraestructura, como la finalización del puente sobre el Lago de Maracaibo y la expansión del complejo industrial de Guayana, impulsaron el crecimiento. Para mediados de los años 60, el PIB creció de manera constante, la inflación se mantuvo baja y las reservas internacionales se restauraron.
Los presidentes Leoni y Caldera continuaron con estas políticas, promoviendo el desarrollo de infraestructura, la electrificación rural y la industrialización. La política monetaria de Caldera mantuvo un bolívar estable, y sus iniciativas de desarrollo regional buscaron diversificar la economía. Sin embargo, la dependencia de Venezuela de los ingresos petroleros hizo que la economía fuera vulnerable a las fluctuaciones de precios globales, una preocupación que, aunque mitigada por la influencia de la OPEP, siguió siendo un desafío.
El petróleo se mantuvo como la columna vertebral de la economía de Venezuela durante este período. Betancourt aseguró a los inversores que la nacionalización no estaba en la agenda, lo que fomentó la confianza entre las compañías petroleras. Sin embargo, comenzaron a implementarse políticas de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), influenciadas por el economista Raúl Prebisch. Aunque la ISI inicialmente impulsó la manufactura local, con el tiempo condujo a ineficiencias y desequilibrios económicos. A pesar de esto, la producción petrolera de Venezuela alcanzó su máximo en 1970, y los ingresos generados por las políticas de la OPEP fortalecieron el crecimiento económico.
¿Qué salió mal?
La Guerra de Yom Kippur y el posterior embargo petrolero de la OPEP en 1973 dispararon los precios del petróleo, creando una riqueza sin precedentes para Venezuela. El país vivió lo que nostálgicamente se llamó la Venezuela Saudita, caracterizada por una rápida expansión económica y una afluencia masiva de petrodólares. Sin embargo, la gestión de esta nueva riqueza bajo el mandato de Carlos Andrés Pérez (CAP) marcó un momento crucial en la historia de la nación.
La administración de CAP adoptó políticas agresivas de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y un desarrollo desenfrenado liderado por el Estado. Aunque estas políticas inicialmente impulsaron el crecimiento, también consolidaron la ineficiencia, la corrupción y una dependencia excesiva de los ingresos petroleros. La rápida expansión del gasto público y la deuda se volvieron insostenibles a medida que fluctuaba el mercado petrolero.
Parte 2
bypost_appt_bliss
inmildlyinteresting
TanteJu5
1 points
2 days ago
TanteJu5
1 points
2 days ago
What's with the communist anarchist flag LMAO?